Parecía que lo que tantas veces ha tramitado en su despacho y lo que sobre la jubilación tanto ha trabajado a nivel profesional, Ángel Luis Serrano Casal, nunca podía ser su banderín de enganche, pero sobre lo que tanto escribió y tanto asesoró hoy es para él su emblema definitivo, una vez que tras 45 años de ejercicio profesional decide enrolarse en esa gran familia de los jubilados.
Ángel Luis es para mí y para la gran mayoría de los Graduados Sociales ese hombre cauteloso, trabajador, complaciente y amigo que siempre supo medir sus palabras y sus acciones a lo largo de su dilatada vida profesional de Graduado Social y quien le conoce sabe sobradamente que acudir a su despacho y acudir a su asesoramiento fue siempre una garantía de buen saber, de las cosas bien preparadas, de la ética profesional y del compañerismo por encima de todo, pues creo que nadie podrá decir que Ángel lo ha dejado orillado o bien, que ante un problema que se le planteara no sabría resolverlo o no quiso resolverlo. Ese ha sido su gran “pecado”, el entregarse hasta la saciedad a todo lo que se le ponía por delante y, lógicamente, el peso de la profesión liberal que es sumamente pesada, ha hecho que Ángel diga adiós a esos más de 40 años al servicio de los demás.
Para mí, Ángel Luis, ha sido mi compañero, mi gran amigo y mi confidente, pues mis acciones, siempre tomadas con impulso y, a veces, con ganas de liberar esas acciones, él ponía cordura, paciencia y una paz que muchas veces para él no la tenía, pues los problemas de los demás los hacía suyos y, cómo no, no fui una excepción en su vida. Recuerdo cuando decidimos estudiar Graduado Social, tras nuestro bachiller, Ángel me acompañó inclusive en la misma habitación donde estudiábamos en Granada. Recuerdo aquél hostal “Emperatriz” donde “mami”, nuestra patrona responsable del hostal, nos veía como a dos niños algo traviesos, pero responsables porque, precisamente, estudiar fuera de casa tenía un coste y entonces Granada parecía que estaba muy lejos; tan lejos que para llegar a la ciudad de la Alhambra se tardaba prácticamente un día; había que coger transportes Comes hasta Sevilla y luego la “Alsina” nos dejaría de noche en la calle Ganivet que era donde teníamos nuestra estancia y casa.
Cuando terminamos los estudios, todo nos fue rodado. Los dos supimos cumplir fielmente el cometido profesional y él en San Fernando y yo en Cádiz nos iniciamos a ejercer una bendita profesión que nos ha dado de comer y a la que le debemos todo, pues año tras año supimos superar barreras, conseguir logros profesionales y especializarnos en ser unos auténticos laboralistas, cosa que yo sin la compañía de Ángel posiblemente no hubiese llegado hasta aquí, por lo que hoy, al pensar que deja su “puesto de mando” y yo voy a continuar, es como si algo me faltara y parece como si el camino emprendido se haya roto en dos pedazos.
Me ha acompañado durante muchos años en nuestro Colegio Profesional, en los distintos cargos de responsabilidad que se le han encomendado; o mejor dicho, que yo le encomendé por ser hombre de mi absoluta confianza. Ángel fue Vocal, Tesorero, Secretario General y últimamente Vicepresidente Primero, cargo en el que me ha suplido en mis ausencias y en el que siempre lo desempeñó con absoluta honradez y entrega, pues siempre miraba por el interés general y antepuso a cualquier otro título y a cualquier protagonismo que le restara a nuestra profesión la palabra “Graduado Social”; él decía con orgullo y lo dice que pudo haber tenido otros títulos, pero en el que creía y cree es en esta profesión que la hemos hecho con inmenso cariño y trabajo. Por eso, todo nuestro colectivo lo vamos a echar de menos, pero sabremos que ahí está él para todo aquello que nos haga falta, pues su forma de ser no permitirá que su profesión deje de seguir el camino ascendente que siempre tuvo y no perdonaría ver perder ni un solo matiz de lo conseguido, donde él tuvo tanto protagonismo. Aún recuerdo, cómo trabajó en aquél profundo contencioso para que nuestra figura procesal fuese lo que es hoy en la Ley Orgánica del Poder Judicial y cuánto sopesó y trabajó en aquella querella que por usar la toga nos interpuso el Colegio de Abogados de Cádiz, pero Ángel, con su tranquilidad sosegada y con su trabajo parsimonioso siempre supo frenar mi beligerancia y mis impulsos y supo ser comedido y complemento en mis decisiones, por lo que quiero desde aquí agradecerte una vez más, todo cuanto has hecho y te has entregado por la profesión que tantas satisfacciones te ha dado y cómo con tu ejemplo profesional en esta provincia te supiste ganar la estima de propios y extraños.
Estás en posesión de las Medallas de Bronce, Plata y Oro de nuestro Colegio y la Medalla de Oro de nuestro Consejo General que me consta que siempre te escondías para que los homenajes no se te dieran, pues no eres un hombre protagonista; siempre en segundo plano, sin alardes y dejando pasar a todo aquél que te pudiese dar un codazo, pero así eres tú y así serás siempre en tu vida.
Estoy convencido que tu Colegio sabrá recompensar en muy breve espacio de tiempo tu abnegación y entrega y seguirás como hombre de honor vinculado a todos nosotros, por lo que te pido, desde aquí, que aunque tu nuevo júbilo (que viene de jubilación) te haga relajarte como profesional, nunca dejes a tus amigos que difícilmente sin ti podremos continuar el camino que un día emprendimos.
Ángel, sabes que te deseo lo mejor. Tu decisión está tomada y aunque la procesión esté por dentro nunca te arrepientas del paso que has dado. Te lo mereces sobradamente y como te conozco, sé que estar hoy trabajando ante tanta normativa y con tantos obstáculos como tenemos los profesionales liberales, te servirá el “nuevo estado” para disfrutar de tantas cosas como todavía te esperan en tu nueva vida.
“Llegó el descanso del guerrero”.
3 Respuestas para MI MEJOR COMPAÑERO Y AMIGO, ÁNGEL LUIS SERRANO, SE JUBILA