UNA JUSTICIA ESPECIALIZADA

       “No puedes conseguir más que nadie… Haciendo lo mismo que todos». La frase es de un empresario sorprendente: Anxo Pérez, premio Emprendedores de Deloitte en 2013, cinco titulaciones universitarias, ocho idiomas y una trayectoria profesional de lo más variada, entre la que destaca su paso por el Senado de los EEUU o haber sido traductor de Obama. Anxo Pérez saltó a la fama al crear «8Belts», una plataforma para aprender a hablar chino en tan sólo seis meses.

         Dice Anxo Pérez que «el más tonto tiene un cerebro mejor que una máquina» y, también, que una de las claves de nuestro éxito es la verticalidad: «cuánto más profundices en un frente, mejor, no cuánto abarques».

         Las citas de este singular personaje, experto en capacitación y docencia, me permiten reflexionar sobre un aspecto de la práctica jurídica que no está suficientemente desarrollada: la especialización.  Nuestra sociedad se mueve en un mundo globalmente conectado, en el que la inmediatez es un valor en alza, en el que la eficacia se mide en términos de calidad y satisfacción, en el que el concepto de cliente se extiende a todo aquel que demanda o necesita un servicio, sea público o privado. Y nos encontramos, insisto, con un sistema judicial lento, poco eficiente y carente de verdaderos mecanismos de control de calidad y satisfacción.

 

 

        Desde el Colegio de Graduados Sociales de Cádiz y Ceuta apostamos por la especialización. Organizamos regularmente seminarios y cursos dirigidos a profesionales del Derecho Laboral, para ir más allá de la especialización: la actualización de conocimientos y el estudio de casos de éxito. Como corporación de Derecho Público, nos sentimos obligados a señalar aquellos aspectos que, en nuestra opinión colectiva, deben corregirse. Y la falta de especialización de los jueces es uno de ellos.

         La sociedad a la que sirven los jueces, y también nosotros, los Graduados Sociales, demanda que seamos especialistas, que actuemos como profesionales convenientemente puestos al día de la numerosa y complicada reglamentación y legislación en materia laboral. No entendemos ni aceptamos la falta de estabilidad de jueces que, ahora están al frente de Juzgados de lo Social, ahora pasan a juzgar delitos penales o de otro tipo, desarrollando carreras muy poco especializadas. Esta falta de concreción origina no pocos problemas a los Tribunales Superiores que tienen que corregir sentencias dictadas sin el debido conocimiento sobre el tema en cuestión.

         Nuestros profesionales demandan una mayor eficacia del sistema de control que atañe a los jueces, hasta ahora limitado a inspecciones -realizadas por jueces- del Consejo General del Poder Judicial. Inspecciones que no están más orientadas que a formar parte de las memorias anuales, sin implicar medidas correctoras o planes de mejora para jueces cuyo rendimiento, en cantidad o calidad, estén por debajo de unos umbrales mínimos.

         Un profesional de cualquier ámbito debe someterse, por un principio de equidad y transparencia, a auditorías externas que analicen, de manera objetiva, cuál es su rendimiento. Si sirve o no sirve para determinada función o responsabilidad. Medir el trabajo de un juez debería hacerse dejando al margen el falso corporativismo, con espíritu de mejora continua y el deseo de prestar el mejor servicio posible a la sociedad.

         La sociedad debe saber cuál es el grado de rendimiento de un juez, qué nivel de calidad tienen sus sentencias, cuántas veces se corrigen sus decisiones en tribunales de mayor rango y, por qué no, cuál es el nivel de satisfacción de las partes que intervienen en un litigio. Y no me refiero a satisfacción en función de que se ganen o se pierdan las causas, sino en lo relativo a tiempos, procesos, rapidez de periciales, etc.

         Por supuesto que, como operadores jurídicos, los Graduados Sociales estamos a favor de una justicia garantista 100%. Pero creemos que una justicia justa es también una justicia en tiempo, en equilibrio entre los tiempos procesales, que garantizan los derechos de las partes y la duración de los litigios. La realidad es que hay juzgados de lo Social que están colapsados, bloqueados.    Estamos a principios de 2015 y nuestros colegiados se enfrentan ya a vistas programadas para 2016, y el plazo llega hasta 2019 en algunos juzgados andaluces.

         Un juez o jueza especializado en nuestro ámbito tiene muchas probabilidades de ser eficiente, de entender la problemática concreta de un tema, de resolver en tiempo y forma, de dictar sentencias que no serán rebatidas por las salas superiores. Por supuesto que éste no es el único factor que eterniza las causas. La falta de medios es otro elemento desgraciadamente sin resolver. Pero estamos convencidos de que la especialización de los jueces ayudaría notablemente a resolver este problema. Necesitamos jueces y juezas que desarrollen carreras completas en ámbitos concretos: Penal, Mercantil, Laboral, Fiscal, etc. No creemos que sea una buena estrategia hacer lo contrario: cambios constantes de destinos y tipología de juzgados, que generan jueces con más foco en el próximo puesto a ocupar que en el presente, con mesas desbordadas de carpetas.

«Lo importante no es cuánto estudias sino cuánto aprendes», asegura Anxo Pérez. Y no le falta razón.

 

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