El blog de José Blas Fernández

Un laboralista del siglo XXI

LA CARA OCULTA  DEL SALARIO MÍNIMO INTERPROFESIONAL.

         El Gobierno, sin contar con la CEOE,   publicó el pasado 7 de Febrero en el BOE la subida del SMI para el presente año 2024, fijando su cuantía en 37,38 euros al día o 1.134 euros al mes. Este salario mínimo es el resultado de  una decisión unilateral del propio Ministerio de Trabajo que,  pese a las advertencias que les hacía la patronal,  lo sube  pensando solamente en los efectos bondadosos  que el mismo tiene, pero  olvida que si bien hay sectores desfavorecidos ante este nuevo salario mínimo ello va a  conllevar  una actualización bastante considerable en la hostelería, en la agricultura, comercio o empleados/as de hogar, etc., por lo que la subida aplaudida por los sindicatos y no aceptada por  la patronal ha creado una situación de debilidad en el mercado de trabajo, con resultados adversos. Todo en la vida tiene pros y contras, pues el mundo socio-laboral ya sufre un debate político con la reciente reforma laboral que hemos comprobado que ha sido un fracaso absoluto,  porque de querer eliminar  en su totalidad la reforma del gobierno de Rajoy, se ha quedado sólo en los contratos indefinidos que no son tales y que ha perjudicado más que beneficiado, como ha ocurrido con este SMI, pues querer compararnos con Europa nos dista mucho en todos los aspectos, ya que el poder adquisitivo de los españoles es un 7% menos  que la media de Europa, ocupando el puesto número catorce.

         Dicho esto,  existe en estos momentos una respuesta negativa a esa subida del salario, pues si bien los sectores más desfavorecidos lo han encajado con alegría, aunque sea una alegría muy corta, el mercado laboral está teniendo en estos momentos debilidades porque el mismo ha venido a descuadrar a  cientos de convenios colectivos negociados también por patronales y sindicatos y que están creando  una descomposición  de las responsabilidades de muchas categorías profesionales y una desigualdad muy llamativa, originando un desconcierto en las relaciones laborales de las empresas, que llega a tocar la economía de tal manera que los embargos de salarios  quedan inmunes.

         El SMI  está superando en miles de convenios colectivos los salarios de las categorías más bajas y de menor responsabilidad, pero la paradoja no es más  que comprobar cómo esas categorías inferiores se están equiparando al mismo nivel económico de las categorías superiores, es decir, que por el mismo salario ahora existen miles de trabajadores agraviados porque su salario es el mismo pese a su responsabilidad en la categoría que el que no tiene ninguna. Ejemplos claros con,  cómo categorías como conserjes, peones, limpiadores, auxiliares, ayudantes y un largo etcétera,  se han puesto por imperativo del SMI al mismo nivel de cotización y  de salario que oficiales, jefes de equipo,  encargados, técnicos, titulados medios,  etc.,  lo que conlleva la creación de una desigualdad que en las dos subidas de salario que hemos tenido  han dejado a algunos oficios   y profesiones prácticamente con la responsabilidad solamente, pero nunca con un mayor salario que es lo que los distintos convenios colectivos venían practicando y esos salarios no estaban marcados caprichosamente por la patronal, estaban negociados  y acordados  entre sindicatos y empresas  con largas negociaciones, donde  en los cometidos de las categorías profesionales se distinguía muy bien al que tenía una responsabilidad mayor  y una carga de trabajo por dicha categoría  y sus funciones y al que no tenía o tenía menos y en muchos casos estaba a las órdenes del primero. Es decir, la coherencia sindical  ha sido un auténtico fracaso, pues no han pensado más que en la subida del SMI para también tener clientelismo sindical.

         El Gobierno ha creído demagógicamente que subir a esos colectivos  con menores salarios  era simplemente para tener contentos a quienes se les subía, pero no ha caído o no ha querido caer  en que los 1.134 euros mensuales está haciendo bajar notablemente la contratación. Es más, los miles de contratos que se hacen  a tiempo parcial y que son legítimos,  es el resultado negativo de esta subida salarial, porque si el Gobierno entiende que empresario es quien dirige  empresas de más de cien trabajadores, olvida los millones de autónomos y profesionales que tienen de alta a un solo trabajador a jornada parcial y con contratos que solamente sirven para subsistir y no digamos de los empleados de hogar que están desapareciendo por día en cuanto a la contratación, por lo que no aumenta  con ello el empleo en términos generales.

         A todo esto,  también se olvida  el Gobierno que las empresas que tengan que pagar por imposición esos 1.134 euros de salario  tienen  que cotizar a la Seguridad Social un 23.6% para las contingencias comunes, lo que  tampoco han dicho es que en esa subida que pone al salario base en 1.134 euros mensuales  también muchos miles de trabajadores por no tener cargas familiares   y otras circunstancias  entrarán en nuevos tramos del IRPF y  por tanto con mayor retención para Hacienda, es decir, que lo comido por lo servido, como ha ocurrido con las pensiones,  siendo al final el propio Estado el que se beneficia de lo que pagan otros, porque ese SMI  quien lo está abonando y sacándolo de  la rentabilidad de su negocio es el empleador, por lo que en resumidas cuentas, hacer una subida cuando no han controlado ni el IPC ni la cesta  de la compra que ha subido ya una media del 7%, es engañar  y disminuir el poder adquisitivo de los trabajadores,  porque no existe consonancia entre lo que se gana y lo que se gasta y aún estamos esperando qué dice el Gobierno, porque esa es su responsabilidad, sobre la subida del IPREM, donde hasta hoy sí que ha dejado tirados a miles de ciudadanos, ya que  el baremo que establece  este Indicador Mínimo de Renta aún,  al no haberse aprobado los Presupuestos Generales del Estado y ya estamos en el mes de Febrero,  está asfixiando  no sólo a la economía sino a todos los que se pueden beneficiar de ese indicador público de renta de efectos múltiples. Lo rápido que ha sido el Gobierno para  imponer que otros paguen y la dejadez que posee para beneficiar a los que esperan el IPREM,  cuando ello es de su única responsabilidad.

         En conclusión, ese dicho  muy sindicalista de que “a igual trabajo igual salario” es aquí una nueva mentira, porque está ocurriendo todo lo contrario, donde la retribución de los trabajadores no se mide por su cualificación o titulación académica, sino  todo lo contrario y esa pirámide invertida en la sociedad traerá a corto plazo grandes confrontaciones y litigios que desembocan en definitiva en las relaciones laborales.