Empiezo por manifestar que las siempre denominadas “empleadas del hogar”, hoy transformadas en trabajadores al servicio del hogar familiar tienen unos derechos incuestionables en los que la sociedad civil ha ido avanzando y poniendo en el mercado esos trabajos a veces anónimos que una determinada parcela de las relaciones laborales lo hacían a escondidas, o mejor dicho, sin la tutela legal del resto de trabajadores que por cuenta ajena tiene hoy el mercado de trabajo, pero el reciente Real Decreto 893/2024, de 10 de Septiembre, por el que se regula la protección de la seguridad y la salud en el ámbito del servicio del hogar familiar, es algo que tiene mucha teoría y que es francamente hipócrita, pues el propio Ministerio de Trabajo y la Sra. Yolanda Díaz sabe que el papel todo lo admite, pero que regular como quiere hacerlo es casi imposible y menos en esta parcela de trabajo. En definitiva, “un bodrio”.
Quiere imponer unos derechos y obligaciones que son prácticamente imposibles de llevar a cabo, pues si es cierto que el trabajo individual que muchos de estos empleados hacen y que se llevan a cabo dentro de su autonomía y en función del hogar donde prestan sus servicios, no siempre son iguales, pues no olvidemos que lo realizan en domicilios privados y muchas veces, por no decir la gran mayoría, con empleadores (antiguos cabezas de familia) que son tan vulnerables que cargar sobre ellos la responsabilidad de una organización de la actividad preventiva es no sólo inaudito, sino lesivo. Pensar que una evaluación de riesgos que debe emplearse y determinar las tareas de estos empleados pone en entredicho a quien impone este Real Decreto, pues las medidas de protección y prevención no son iguales para todos y pretender que un empleador sea responsable de las decisiones que la persona empleada lleve a cabo es algo inconcebible, pues faculta a ésta hasta para interrumpir su actividad cuando considere que la misma entraña un riesgo grave e inminente para la vida y su salud, sin olvidar que muchas de ellas están cuidando a octogenarios y personas que no tienen ninguna movilidad. Es decir, han puesto al “lobo” a cuidar de las ovejas.
Es cierto que muchas medidas que se llevan a cabo en el mundo laboral pueden ser extrapoladas al empleo doméstico, pero pretender que exista una guía técnica en materia de prevención de riesgos laborales en el trabajo doméstico es algo que quien ha tenido la idea de plasmarlo en el BOE ni sabe lo que es el servicio domestico ni conoce el trabajo de ello, lo que pone de manifestó que la ignorancia es muy atrevida.
Leer y releer este Real Decreto con todo cuanto ello conlleva hasta en materia de formación es buscar de una forma directa la economía sumergida. Es decir, volveremos a la antigua usanza, donde aquella denominada empleada de hogar trabaje por horas o lo haga a su criterio, sea el único mercado que se cree, porque respetando el derecho de los trabajadores y rigiéndose por normas tan huecas como las que se quieren imponer, el empleo en el ámbito del servicio del hogar familiar, no solamente ha caído, sino que caerá por día, complicando aún más a una población vulnerable que necesita de terceras personas, pues ya están aumentando considerablemente demandas ante la jurisdicción Social contra personas que no pueden asistir a un juicio porque están sin poder levantarse de la cama, o utilizar a la Inspección de Trabajo para como siempre se hace asustar, medrar para que el empleador se desista de tener a nadie o acudir a residencias con alto coste, donde abandonen sus raíces, su vivienda y su día a día en un hogar que vivió durante años y que hoy lo deja porque la normativa que se le impone ni puede ni sabe llevarla a cabo. Con razón, tanto los medios de comunicación como el gran potencial de empleadores del servicio doméstico han visto que con este Real Decreto la Sra. Díaz, auténticamente demagoga, se ha creído que tiene el apoyo del mercado de trabajo, pero ha olvidado a quienes crean ese empleo, quienes lo pagan y quiénes son tan vulnerables que no hay formula humana y moral de querer llevar a cabo cuanto ha inventado para su propio beneficio y su gran equipo de inútiles, olvidando que hay profesionales que saben perfectamente y conocen cómo es este trabajo y a los cuales ni se les ha consultado.
Lo próximo será que querrá crear delegados de personal perteneciendo a sindicatos para liberar a unos pocos y encima el empleador que siga pagando y sin empleado que le asista.