El blog de José Blas Fernández

Un laboralista del siglo XXI

PARA SER EMPRESARIO HAY QUE SER HOY MUY VALIENTE

         El mundo socio-laboral de hoy nada tiene que ver con  el de hace dos o tres décadas, porque  crear una empresa  era  de alguna manera un objetivo prioritario de muchas  personas que decidían  dar empleo a trabajadores y  a su vez trabajar para sí,  adquiriendo la condición de empresario o como hoy le llamamos empleador. El tiempo ha cambiado expresiones que hoy con las nuevas categorías profesionales son más modernas y más atractivas  y confundibles, pues de  la expresión obrero, peón o mozo, hemos cambiado por persona trabajadora que aglutina a todo aquello que hoy nos parece peyorativo, pero que sin embargo eran más eficientes y de  trayectoria vocacional, cosa que hoy no está ocurriendo.

         Nuestros legisladores que en su gran mayoría no han conocido un trabajo por cuenta ajena ni propia en su vida,  han legislado de cara a la galería creyéndose que el mundo del trabajo lo han cambiado y no se han dado cuenta que  ellos mismos se han engañado hasta cuando se miraban al espejo, porque  tanta diarrea legislativa, tantos sobrenombres copiados  de otros países y tantas profesiones  que están huecas y no encuentran un solo empleo están haciendo del empleador o empresario gente  que abandonan a diario  esa condición que vocacionalmente han tenido porque no pueden sostener tanta normativa y tantos palos en las ruedas como hoy tiene el mundo empresarial   y tanto coste económico que termina hundiéndolos.

       Parece como si el empleador o empresario fuese un presunto delincuente  que  desde que se levanta hasta que se acuesta no hace más que explotar al subordinado y cometer infracciones por doquier, olvidando quien legisla que para poder pagar una nómina  con tantos  requisitos  como hoy existen a final de mes hay que hacer “encajes de bolillos” para tantos   y tantos impuestos que lleva una empresa  por muy pequeña que esta sea, porque  si tocamos el mundo de las pymes, micropymes o profesionales  con trabajadores   no hay quien pueda mantener el tipo.

       Para poner un ejemplo, las empresas sean del tamaño que sean tienen que guardar decenas de protocolos  que son inasumibles, pues abrir las puertas por las mañanas  tienen que contar con el registro diario de jornada, protocolo de acoso laboral, protocolo de desconexión digital, herramientas homologadas para la prevención de riesgos laborales con su concierto al efecto de prevención de riesgos laborales, violencia de género, pago excesivo de Seguridad Social,  protección de datos, liquidaciones a la Hacienda Pública del IRPF de los trabajadores, calendario laboral, registro retributivo y hasta una  empleada  de hogar tiene que conocer si la escalera metálica que le compró el empleador se encuentra homologada para no incurrir en un accidente de trabajo donde en caso de la infracción por ello, tenga que abonar un recargo de prestaciones y no digamos el coste de los salarios y de esos convenios colectivos negociados sin ton ni son. Hay que estar vigilantes a la visita de la Inspección de Trabajo para que todo esté en orden  y mil episodios legales más que quien se encuentra en ese mundo  inalcanzable  renuncia  y, por tanto,  deja de ser ese valiente empleador  que se levanta casi de madrugada   para abrir un negocio, atender al público  y saber  que día a día las adversidades laborables son incontables y sancionables y ello sin entrar en los posibles despidos nulos y juzgados que tardan una eternidad en señalar las vistas de los juicios y lo peor,  las razones económicas  que le sobrevienen a las empresas. Es decir, el  empleador si está casado, le es más fácil divorciarse de su cónyuge que poder extinguir la relación laboral que tiene con su trabajador/a.

          Esto es lo que hasta hoy tenemos, pero es más,  se suben los salarios mínimos sin contar con ellos y se reducen jornadas también si contar con ellos. Es decir,  que  un  Gobierno puede tirar con “pólvora del Rey” y que  los demás paguen sus “travesuras” y su populismo, algo  que se hace imposible  y que visto el panorama hay que ser hoy muy valiente para ser empresario/a.