Nos encontramos acabando el año 2024 y como gravedad principal en nuestra economía, ni siquiera al día de hoy se han remitido a las Cortes Generales el proyecto del Presupuesto del 2025, algo que la Constitución determina que el mismo debería estar elaborado como Proyecto el pasado 30 de Septiembre. Es decir, que no sabemos cómo se puede justificar ante Bruselas tantísimas cosas prometidas y para colmo no tenemos la herramienta jurídica para ejecutar los gastos e ingresos que un país pueda tener.
En estos momentos se dice por el Gobierno que hasta marzo van a existir negociaciones con los Grupos Parlamentarios para ponerlo en valor, pero ni de ello se sabe nada y desconocemos en qué situación precaria puede estar un país sin medidas objetivas que cubran nuestras necesidades, cuando los plazos han pasado sobradamente.
Hoy se ha abusado una vez más de un Real Decreto-Ley como es el 9/2024, de 23 de Diciembre, adoptando medidas urgentes en materia económica, tributaria, de transporte y de Seguridad Social. Todo ello, a ojo de buen cubero y sin saber si el Congreso, una vez reciba esta norma, la va a ratificar o no. En resumen, estamos en un mercadillo legislativo acompañado de un desarrollo diarreico para poder afrontar los millones de gastos que tenemos en España y que no sabemos todavía cómo se van a afrontar, porque la inseguridad jurídica es alarmante.
Este Real Decreto-Ley es un “cajón de sastre” donde queriendo parecerse a la ya desparecida Ley de Acompañamiento pretende meternos un hachazo en el centro de las clases medias para que cada vez más no existan empleadores y profesionales que puedan afrontar esta crisis que padecemos. En las medidas en materia económica que se han dado existe un certero populismo para poder abordar las condiciones tributarias en materia de financiación territorial. Es decir, que los contribuyentes seguirán pagando más y la discriminación por parte de las CCAA será algo que no tendremos fuerzas para poder recomponer la igualdad de los españoles en el mismo territorio. En este mercadillo legislativo que acaba de publicarse, lo mismo se habla de las medidas fiscales de gasolineras y carburantes, que de la venta de vehículos a motor o eléctricos, con una larga carga del impuesto sobre el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana, modificando un sinfín de leyes que no tienen parangón en la economía. Da igual hablar del impuesto para los cigarrillos electrónicos, que de los productos relacionados con el tabaco, da igual las entregas a cuenta en situación de prórroga presupuestaria que las ayudas al transporte de viajeros, donde sin ton ni son el populismo se prorroga seis meses más para que la mayoría de viajeros no podamos coger los trenes. Da igual las subvenciones al transporte público que las liquidaciones del transporte regular de viajeros o da igual hablar de servicios públicos de préstamo de bicicletas que los intereses de demora para actuaciones financieras. Da igual las medias en materia de Seguridad Social y empleo que revalorizar las pensiones y otras prestaciones públicas, mientras no se aprueben los Presupuestos Generales del Estado para el 2025. Es decir, que todo será a cuenta de lo que pueda ocurrir y si no existen, pues entraremos en una quiebra absoluta de la Seguridad Social porque no se habrán cumplido los parámetros de cotizaciones y los plazos de cancelación de préstamos otorgados a la Seguridad Social, porque es lo mismo prorrogar las medidas laborales vinculadas con el disfrute de ayudas públicas o el apoyo a colectivos vulnerables como de igual manera, sin saber de dónde, se van a sacar medidas en materia de vivienda, que es algo donde los españoles no pueden aterrizar por la situación y coste de éstas.
Europa nos está apremiando, legislar como se legisla, con una letra menuda que no tiene sustento y con un texto legislativo que a lo mejor no se aprueba, es para tentarse la ropa y no saber cómo puede esto terminar. Querer seguir viviendo de forma ficticia, donde todo va a subir y ampararse en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania para subir la energía de forma alocada o seguir contemplando el COVID como culpable del impacto de crisis global de nuestra economía es actuar irresponsablemente y así podemos estar en el aire no sólo los años que han pasado, sino lo que se avecina para el 2025, porque ni la juventud encuentra trabajo, cada vez hay más emigración de talentos de jóvenes y menos jóvenes que se marchan porque aquí no se puede vivir y lo que es peor, una población con una inmigración tan alarmante y la propia envejecida porque existen los mínimos nacimientos, da como conclusión que el caos económico, político y financiero ya se está asomando gravemente por las fronteras que España tiene por los cuatro costados.