El blog de José Blas Fernández

Un laboralista del siglo XXI

ESPAÑA ES UN YOGUR CADUCADO

         Estamos  en unos cruciales momentos  sociales y políticos y tan necesitados de valores que nuestro país camina con tambaleos permanentes, ya que estamos viviendo dos situaciones  que se unen con grandes perjuicios, como es la pésima situación política y la económica, porque  la sociedad civil de hoy se encuentra casi acobardada, ya que el horizonte que se nos avecina no es nada halagüeño y  la corrupción  que mantiene el Gobierno está llegando a cotas que tiene  un efecto multiplicador altamente negativo, tanto para subsistir como    para servir de espejo a la Unión Europea que es quien en cierto modo nos apoya  a regañadientes y con advertencias  trascendentales.

         El Gobierno progresista está en estos momentos  descomponiéndose por día. Las discrepancias entre ellos son altamente  constitutivas para llevar a cabo unas elecciones anticipadas, pues  el Presidente del Gobierno está haciendo  aguas  por todas partes, ejemplo de no acudir al Premio Cervantes o a los funerales del Papa por su claro enfrentamiento  con el Jefe del Estado, donde este último está demostrando la honradez  y  la gallardía que un Rey Constitucional, como el nuestro posee  permanentemente y  el cariño  que a España le está teniendo.

         En el plano económico no podemos soportar el  mantener diez millones y medio de pensiones en la nómina mensual que en euros son 13.512 millones, pues como dato curioso  a   éstos tenemos  que delatar  que existen en este mes de abril menos trabajadores autónomos que funcionarios públicos, algo que desconcierta a una economía, puesto que quienes tienen que pagar a esos servidores públicos  no tienen  suficiente para afrontar el gasto, sin olvidar las pensiones de clases pasivas que están incrementadas y  son cerca de 800.000, unido todo esto al aumento del desempleo por la estafa mediática del fijo-discontinuo y  siendo los últimos de la cola en el empleo  juvenil y en el de la mujer, así como el encarecimiento brutal de la cesta de la compra, que es el mejor termómetro para la economía doméstica.

         Todo esto va unido a la caída de la tasa de natalidad, donde la población española se está reduciendo en un 40% en cada generación, lo cual conlleva serios problemas económicos, pues las economías de escala y aglomeración que surgen de una población creciente  que vive en núcleos urbanos desaparece, lo cual hay menos personas que están trabajando y produciendo, por lo que el PIB implica menos ingresos y una reducción de su ritmo de crecimiento.

         Visto este panorama,  ahora tenemos que aportar miles de millones para gastos de defensa, porque EEUU nos lo impone. Es decir, es una amenaza a la que Europa es incapaz de responder por no haber invertido en defensa y encima ni tenemos presupuestos generales del estado aprobados ni se atisban que se aprueben, legislándose por reales decretos leyes donde el gobierno progresista aprueba  sin mirar la  proporcionalidad   y repercusión de estas normas y la ausencia de un debate en las Cortes Generales, pues cada minoría está sacando su tajada de manera populista para dejar a España totalmente fraccionada, tanto en su geografía como en la economía.

         Con todo esto, el mercado laboral está apagado. Hemos tenido una mini reforma que no ha servido para nada, sólo para extorsionar al empleador, atiborrarlo de medidas sancionadoras y no hacerle la vida fácil para poder invertir y desarrollar sus actividades y si para colmo se ataca a la Justicia para desacreditarla como se ha hecho, la inseguridad jurídica nos ha proporcionado  una desazón que difícilmente y en varias décadas podrá ser superada, porque un Estado de Derecho  es para cumplir  y ejercer su ejecutivo con todas las garantías y no con trampas y mentiras como las que a diario estamos percibiendo, porque todos los analistas están convencidos de que un fracaso político conlleva a un fracaso económico y una vez hundido el sistema democrático que llevamos,   las esperanzas son mínimas y perderse como se ha perdido la credibilidad y el aumento del desprestigio en la clase política  tiene consecuencias muy imprevisibles.           

España es un claro  yogur caducado que está pidiendo a voces que antes de pudrirse  que se convoquen elecciones, que exista esperanza, que se recuperen los valores y que el ritmo vuelva a ser la moneda de cambio de un Estado de Derecho.