El blog de José Blas Fernández

Un laboralista del siglo XXI

LOS VALORES SE ESTÁN PERDIENDO POCO A POCO

         Existe hoy una frase repetitiva de que “se han perdido los valores y a dónde vamos a llegar”. Ello es totalmente cierto,  porque día a día la pérdida de valores  es patente, ya que  los conflictos familiares, la situación económica, la desobediencia, los divorcios, la drogadicción entre otros, están dejando vacíos muchos de los valores que las generaciones que nos han precedido nos fueron inculcando. Nuestra sociedad anda convulsa, tal vez la creencia en unos derechos que en muchos casos no se cumplen nos han hecho pensar que de la manera en la que caminamos no llegaremos a ningún sitio, porque  en la actualidad  y ante la situación socio-económica y política que existe,  cada vez se tiene menos honestidad, falta de respecto, no se es tolerante y la empatía  ha desaparecido. Por supuesto que los valores, a mi criterio, no están en crisis, lo que está en crisis  es la capacidad nuestra para que sean el motor de la vida y se cultiven día a día, porque si es verdad que estamos en tiempos de cambios,  tenemos que guardar y conservar lo que nos fortifica como valores y no perderlos porque entonces generaremos conductas nocivas y tóxicas.

         Muchos culpan al origen de la niñez y  dónde en muchos matrimonios separados o divorciados destrozan esa etapa infantil y  los hijos como auténticos secantes se prestan a la rebeldía, a las malas amistades, a la envidia y prepotencia, por lo que donde existen parejas estructuradas los valores se van guiando  como el palito que endereza el árbol y entonces la familia es el pilar de la humanidad, por lo que educar en valores es difícil pero con tenacidad y constancia todo termina felizmente. Nada es fácil, pero con unidad y respeto la familia es el valor más preciado de la sociedad.

         Para tener valores que nos hagan persistir en nuestras creencias hace falta que  las administraciones inculquen  aquellos que sean necesarios para seguir la vida, pero si se potencia los valores de la ética y aquellos que contemplen confianza y espíritu de equipo,  serán cruciales para vivir la vida  con ilusión y basada  en el funcionamiento  de esos valores que todos tenemos que tener. Vivimos en una sociedad donde   una comunidad de propietarios, por muy simple que sea, muchos ni se saludan en el ascensor,  otros no practican  con el vecino la tolerancia  y la empatía, incluso se molestan unos a otros intencionadamente y lógicamente  en muchos casos hasta se pierde la educación, los buenos modales y hay expresiones llenas de insultos  que alejan todavía más a quienes tenemos que dar ejemplo de convivencia, porque viendo la cantidad de personas deshonestas  que mienten, que tienen adicciones y para colmo coaccionan con amenazas nos damos cuenta  que los valores que pudieron ser buenos se han convertido en perjudiciales y la vida sin valores y sin armonía no puede tener actitudes positivas.

         Hoy estamos  lejos de una formación contundente  que nos haga respetar y respetemos, porque “el todo vale” se ha apropiado de esta sociedad  sin pilares, donde hasta la educación vial ha tomado cotas inesperadas y no olvidemos la relación de hijos con padres y lo que es peor con abuelos que prescinden de su calor y de sus buenos consejos ignorándolos y orillándolos  para anularlos, olvidando que el lugar de los abuelos es infranqueable. Si tocamos la convivencia en el trabajo, cada vez está más adulterada la ética y el respeto, pues se vulneran muchas normas de convivencia,  inclusive entre profesionales de prestigio donde compañeros y compañeras de profesiones olvidan los valores que se les inculcaron en sus estudios  y arrasan inmoralmente con pisoteo incluido el prestigio de las personas.

         En resumen, apostemos por valores, eduquemos  con valores y vivamos con valores,  porque tal y como vamos posiblemente  nos vuelvan como un calcetín y ya no sepamos en qué lugar nos encontramos.