El blog de José Blas Fernández

Un laboralista del siglo XXI

¿Hacia dónde nos lleva el gobierno?

Cuando España se encontraba en plena fase de crecimiento, tuvo la oportunidad de absorber más de cinco millones de inmigrantes de Europa del Este, América Latina y del norte de África, independientemente de generar mayor empleo a los jóvenes de nuestro país. Ahora estos mismos trabajadores han descubierto la palabra crisis y según los datos oficiales nuestro mercado de trabajo supera los cuatro millones de parados, tasa que está en el 17,5% de la población activa duplicando a la media de la Unión Europea, donde desgraciadamente España destruye nueve mil empleos diarios, llegándose en pocos meses a una cifra fuera de todo lugar que se apuntará a los cinco millones de parados. Es decir, el 20% de la población activa, siendo por tanto, la “campeona del paro” de la Europa Occidental.

Esto no funciona. Los Sindicatos que también utilizan la demagogia no se ponen de acuerdo sobre la naturaleza del problema. Hay miles de convenios colectivos parados porque las mesas negociadoras no dan crédito a la deflación existente. Aumenta por día la economía sumergida y desde el estallido de la burbuja inmobiliaria cada vez nos empiezan a visitar menos extranjeros.

Lógicamente, el Gobierno no había previsto lo que está ocurriendo. Ha empezado a soltar dinero y a endeudar a España a diestro y siniestro. Todavía tenemos en nuestras mentes y lo pagaremos en la Renta próxima, aquellos inútiles 400 euros que creó un déficit de más de 6.000 millones de euros. Mientras aumentaba el desempleo, los salarios reales también lo hacían como nunca, cuando debió ocurrir lo contrario. Los ERES están vaciando a las empresas y los trabajadores permanentes y temporales están teniendo peligrosos efectos económicos y sociales, pues los temporales son los más sacrificados y mayores víctimas de los despidos, por lo general mujeres y jóvenes. Por eso Zapatero habla de proteger los derechos de los trabajadores, pero en pura realidad lo que está diciendo es que sólo pretende defender a los que tienen un empleo fijo.

Los Sindicatos están mudos y Zapatero los ha colmado de subvenciones pese a la recesión, por lo que tienen razones para callar, ya que en esta nueva era socialista las arcas de las organizaciones sindicales han aumentado un 34% más; lógicamente aumento superior al IPC, pues desde el 2006 al 2009 los presupuestos de las Centrales mayoritarias han sobrepasado el 4,7%, algo que quienes trabajan y sufren una crisis no llegan a entender. Con esta tesis es lógico que digan que las medidas del gobierno les parecen “adecuadas” y “que no saldrán a la calle mientras no haya una merma en los derechos de los trabajadores”, lo que viene a definirse con esta afirmación que la pérdida de puestos de trabajo no supone un menoscabo de ningún derecho. Cosa que parece una débil defensa, mientras que nueve mil personas al día engrosan las colas del INEM. En estos momentos, los Sindicatos están aparcados, salvo en una preocupación importante, cual es, el ofrecimiento de cursos formativos. Ahora se entiende que haya razones para callar, pero la crisis nos está pasando una dura factura y las medidas que le quedan al Gobierno por poner en marcha ya son medidas para una población empobrecida, pues los más de cuatro millones que forman el desempleo en nuestro país, tienen nombres y apellidos de personas que están pasando hambre, personas que en silencio ya no poseen ni prestación económica, personas que tienen que ser atendidas por centros de la Iglesia para cubrir sus mínimas necesidades de hipoteca, comida, vestidos y tantas necesidades perentorias.
El Gobierno sabe perfectamente que esto va mal. Sabe perfectamente que el gas se le ha ido como a las cervezas que se quedan abiertas y sin beber. El Gobierno sabe que las entidades financieras guardan el dinero para hacerse más fuertes y el Gobierno sabe que la crisis de las Cajas de Ahorros y de algunos Bancos es imparable y puede tener efectos muy perniciosos, pero sin embargo, no hace nada por escuchar a quienes entienden que es necesaria una reforma laboral, a quienes entienden que el Sistema de Pensiones puede llegar a la quiebra y a quienes entienden que el crear empleo no lo realiza el sector público. Eso lo sabe el Gobierno, pero parece que en paralelo no quiere ir hacia donde camina Europa. El dinero no se mueve, quienes lo tienen lo guardan y nuestro endeudamiento es cada día mayor. La economía tiene que volver a ser decente y no estar secuestrada, pues en un estado de crisis como el nuestro la administración debe hacer frente a los problemas que tienen más del 90% de las empresas, pero aquí ni se piensa en el mañana y ni se trabaja en el presente, por lo que las PYMES como creadoras de empleo, ya no tienen oxigeno. De buenas palabras estamos cansados y si no queremos arriesgarnos a una mayor crisis tenemos que hablar a los ciudadanos con la verdad, pues la morosidad, el desempleo y la depresión económica están haciendo algo sin precedentes.

Mucha tinta se está corriendo sobre la crisis, pero ningún proyecto nos está alentando a pensar que esto acabará a medio plazo, por ello, no se puede estar como Nerón tocando el arpa mientras Roma ardía. Hay que buscar soluciones y quien las tiene que poner en marcha es quien gobierna. Con demagogia, engaños y ocultando la verdad sólo estamos abocados a que el 2009 termine con la escalofriante cifra de más de cinco millones de parados. Y, ¿quién paga eso?. Al final, déficit, endeudamiento y tumbas de empresas, por no decir que en el camino estas también arrastran de los trabajadores, como es lógico, por lo que habrá que preguntarse que ¿hacia dónde nos lleva el Gobierno?.