En Cádiz siempre llamaremos “Caja Nacional” al edificio en el que hoy pendiente de reforma o derribo estaba el antiguo INP y más tarde Instituto Nacional de la Seguridad Social. En Granada, donde cursé mis estudios, recuerdo que el mismo edificio y con las mismas competencias se llamaba la “Casa de la Perra Gorda”. Es decir, todo un contexto dedicado a la solidaridad, seguridad y bienestar ha cumplido en el 2008 100 años de historia. Tanto la Caja Nacional como la Casa de la Perra Gorda pertenecieron al Instituto Nacional de Previsión (INP), una Institución a la que muchos le pronosticaban una breve vida, pues con la idea de poner término a una situación reivindicada por el Movimiento Obrero y por la Organización Internacional del Trabajo parecía que no iba a prosperar, sin embargo el INP, inspirado en propuestas de José Maluquer y presidido en sus comienzos por Eduardo Dato, estaba representado por políticos conservadores y socialistas, empresarios, obreros y profesionales del ahorro y la previsión social de dentro y fuera de España. Desde él, como dice el actual Ministro Celestino Corbacho, se pusieron en marcha campañas por todo el país para convencer a los obreros y a las obreras de la necesidad de suscribir esos primeros seguros voluntarios de vejez, de maternidad o de enfermedad que venían a paliar las muchas necesidades de la sociedad civil de aquel entonces. Hecho que tuvo calado y 10 años más tarde se cristalizó en el primer seguro obligatorio y desde ahí, cuánta historia se puede escribir, cuántos retos y recuerdos tenemos y cuánto bien ha realizado la Seguridad Social. ¡Parece que fue ayer! Y sin embargo, cuánta historia se cierra en ella. Pese al tiempo, con democracia, dictadura y democracia, la Seguridad Social es más que centenaria y, precisamente ahora, cuando el Fondo de Pensiones ya empieza a peligrar por la no incorporación de activos, habría que preguntarle a aquellos presidentes del INP qué piensan de su obra.
Mi profesión me hizo mucho que aprender. Pensé en un pasado cargado de futuro, pero sin embargo, el Estado del Bienestar ha podido más y hemos sido solidarios. Es más, en 1969, con una profunda crisis como la actual, y siendo Delegado General del INP José Mª Martínez Estrada, llegó a pensarse que los servicios sanitarios del INP podían desmoronarse, pero sin embargo, entre unos y otros, hemos llegado a nuestros días.
Podría enumerar cientos de nombres de gente que hicieron mucho bien en el anterior régimen y en el actual, pero para que no me tilden de remover la memoria histórica me quedaré con el recuerdo de lo que todavía le llaman “Caja Nacional” en Cádiz y la “Casa de la Perra Gorda” en Granada y de sus directores que tanto hicieron en esta provincia, como fueron mi querido amigo Paco Arenas Martín, el cual no hace muchos días se refirió a esto mismo en el Diario de Cádiz y a su otro director que también vive y del que tengo buenos recuerdos, Agripín Acebedo de la Cruz. Para los dos y para todos aquellos que trabajaron en el hoy INSS mis mejores recuerdos y mis deseos de que sigan trabajando por el bienestar de todos.
No quiero dejar de mencionar a una Letrado que siendo joven falleció en Otura (Granada), gran profesional y que supo en los años 80 atender tantas reclamaciones previas a la vía judicial laboral para que se evitara un pleito porque quien la reclamaba no podía esperar. Para ella mi recuerdo y siempre presente en mi corazón y en el de muchos compañeros de profesión. Ella era Encarni para los amigos, pero para el resto, Encarnación Clemot Anguita.