Hablar de crisis ya no es noticia. Hoy todos los comentaristas económicos están bajo una profunda depresión mediática por la situación de nuestro Estado español, el cual ha puesto en jaque a todas las cuentas públicas.
El Estado ha registrado a finales del pasado mes de mayo una necesidad de endeudamiento de 50.451 millones de euros, es decir, 68 veces más que hace un año. Por ello, la caja pública está totalmente agrietada y el deterioro es alarmante. Para poder soportar el galopante déficit de contabilidad nacional no saben desde Hacienda qué hacer, pues el déficit se ha multiplicado por tres en un solo mes. El agujero que existía en el mes de abril alcanzaba los 6.553 millones de euros. Fea cara tiene el Secretario de Estado de Hacienda, D. Carlos Ocaña, el cual no sabe cómo explicar a dónde vamos, pues todas las cuentas y reservas están como vulgarmente se dice en “encefalograma plano” y con una muerte anunciada si alguien esto no lo remedia. Se ha hablado mucho de las cuentas del Estado y la recaudación impositiva se ha desplomado a un ritmo del 24%, los impuestos empiezan a no ser pagados y las empresas con salvar las nóminas de sus trabajadores se están dando con un canto en los dientes. Sin embargo, hay algo mucho más preocupante, cual es que el superávit de la Seguridad Social ha caído un 27%, es decir, que en el mismo periodo del 2008, pues hablamos del mes de mayo, las afiliaciones han bajado, los pagos han aumentado, las pensiones se han disparado y pronto tendremos que mover hasta el Fondo de Pensiones, es decir, hay que limitar el déficit presupuestario y de seguir así vamos a entrar en bancarrota el día que menos pensemos.
Difícil lo tenemos, pero los gestores que nos guían deberían decir la verdad y buscar ayudas de terceros si es que son incapaces de llevarnos a buen puerto aunque sea en una cáscara de nuez.