Entre mis múltiples funciones que realizo a diario en la vida pública, tengo una faceta que me resulta muy agradable, pues la verdad que después de haber llevado a cabo más de 300 matrimonios civiles, ya puedo escribir una novela de las miles de anécdotas que de ellas tengo. Creo que voy a esperar algo de tiempo para recopilar todos los acontecimientos sobrevenidos para así relatar tantas y tantas horas como he dedicado a lo que yo denomino “mis bodas civiles”. Pero, esos relatos que quiero hacer entre la ya fallecida “Corín Tellado” que tantas horas de gloria dio con sus novelas a la España profunda y de los años 60, estoy convencido de que con mis vivencias voy a escribir algo que no tendrá precedentes, pues ya José Mª Pemán sobre esto escribió y relató lo que hoy viene ocurriendo en el siglo XXI.
Hace unos días con una de esas tantas bodas que oficio no pude contener la risa por cuanto la novia llegó al Salón de Plenos totalmente trastocada, pues la escalera y las alfombras le jugaron una mala pasada en uno de los tacones y rodó con traje, velo y maquillaje, ya que hasta las uñas se las rompió por esa nefasta caída. Pero no terminó todo ahí; cuando llegó la hora de dar el consentimiento al matrimonio les indiqué que intercambiaran las alianzas y que el novio se la colocara en el dedo anular a la novia y viceversa, pero cuál sorpresa tuvimos todos cuando el novio aún llevaba puesta la de su anterior matrimonio, es decir, que su ex mujer lo “amarró” hasta que la muerte lo separara, pues no hubo forma de quitarse esa alianza, pese a los múltiples “chupetones” que en el dedo se daba el susodicho.
La actual esposa ante la sorpresa del evento entró en un ataque de risa que contagió hasta al público asistente, pues no le recriminó la existencia de aquella alianza, solamente le dijo que aquella “difunta” como así la llamaba que se quedara donde estaba, pues la alianza de ella podría más que la de su ex.
No sé cómo ese matrimonio se ha iniciado, pues contratiempos ya ha tenido y creo que un estreno entre revolcones por las escaleras y “sorpresas” de quien estaba aferrado a la alianza anterior, posiblemente tenga que librar duras batallas que espero no se hagan ni con carros de combate ni con flechas del comanche. Ojalá todo quede en un pequeño revolcón, pero esta vez en la cama.